Pentecostés puede simbolizar inspiración, y estos jóvenes músicos españoles lo transmitieron sin esfuerzo a una audiencia entusiasta. Qué alegría al tocar, qué dinamismo y rendimiento. Todas las piezas fueron tocadas de memoria, ya sea caminando, sentado o de pie, e interactuando entre sí con gran entusiasmo. Mientras la oboísta tocaba una melodía brillante y conmovedora, la clarinetista y el saxofonista desaparecieron detrás de una de las tres pantallas, que mostraban una selección de citas sobre Picasso intercaladas con una brillante variedad de imágenes de su obra. Y entonces, apareció de repente, la fagotista y los demás empezaron una nueva melodía.
Stravinsky, Satie, Falla y finalmente Schneemann, una experiencia musical y un espectáculo vertiginosos. Los aplausos fueron tan contundentes que Dianto Quintet tuvo que ofrecer un brillante bis.